ESTRATEGIA, KENNEDY Y NEGOCIOS
- Published in Uncategorized
- Written by Raulgalera
- Leave a reply
- Permalink

La biblioteca presidencial John Fitzgerald Kennedy de Boston es un lugar fascinante. Al igual que otras bibliotecas presidenciales del país (dedicadas a otros presidentes) persigue, entre otros objetivos, recordar la estatura política del Presidente. En este caso: Kennedy.
El edificio es magnífico y moderno con vistas a la bahía de Boston. Tiene una maravillosa panorámica de los rascacielos del centro de la ciudad y es un lugar perfecto para ver barcos de todo tipo moviéndose alrededor de la bahía. Realmente es un lugar evocador, un lugar para la reflexión, donde, sobre todo en su impresionante Pabellón de Cristal, se puede sentir el contacto con las ideas de Kennedy.
Soy un gran admirador del Presidente Kennedy. Podría estar comentando y hablando sobre su manera de enfocar los temas así como de su original visión del bien común más tiempo del que sería apropiado. Por lo tanto, voy a ser, en esta ocasión, preciso y concreto. Sólo quiero destacar aquí una pequeña parte de uno de sus famosos discursos: “Con demasiada frecuencia nos aferramos a los clichés de nuestros antepasados. Sometemos todos los hechos a un conjunto prefabricado de interpretaciones. Nos gusta la comodidad de tener una opinión sin la incomodidad de pensar. La mitología nos distrae constantemente. El gran enemigo de la verdad muy a menudo no es la mentira: deliberada, artificial y deshonesta. Sino el mito: persistente, persuasivo e irreal”.
¡Qué excelente idea! Qué profunda es y qué bien captura la manera en que normalmente pensamos, no sólo en términos políticos sino también en términos de negocio. No quiero entrar en la arena política ahora. Prefiero centrar la atención el campo de los negocios donde esta idea es, por desgracia, omnipresente.
Los altos directivos encuentran, en general, muy duro enfrentarse a la realidad. Los mandos intermedios se comportan de la misma manera. Los trabajadores de bajo nivel hacen exactamente lo mismo. La realidad es en ocasiones muy amenazadora. Es mejor tratar de ir con la corriente y esperar a que la situación se aclare, o en todo caso, intentar “pasar el testigo” al siguiente CEO, equipo, generación o lo que sea. Es mucho más fácil mantener un “conjunto prefabricado de interpretaciones” (siempre hemos hecho esto así, somos muy buenos en esto, ese enfoque no va a funcionar, me merezco esto o aquello, ellos son los chicos malos, etc.) que pensar realmente sobre lo que se debe hacer, más específicamente, lo que deberíamos estar haciendo.
Confundimos el principio de la libertad (tener una opinión es un derecho, y gratis) con nuestra obligación de “pensar” para distinguir los hechos de las opiniones, discernir lo que es bueno o malo y porqué. En algunos casos, no en todos, reaccionamos ante las mentiras, especialmente si son evidentes. Pero es totalmente distinto estar dispuesto a reaccionar frente al “mito: persistente, persuasivo e irreal”. Tendemos a no verlo, preferimos no verlo, no le prestamos atención… ¡pero está ahí!
La peor situación es cuando los dos se combinan y juegan juntos. Sí, ambos, por desgracia, juegan juntos en muchas ocasiones: mentiras y mitos, la peor combinación. La historia de los negocios está llena de ellas, las compañías están llenas de ellas, las carreras profesionales están llenas de ellas, los fracasos empresariales están llenos de ellas. Como Kennedy señaló, “alguien dijo una vez que no se entiende realmente la política hasta que has sido derrotado, es entonces cuando todos los misterios se hacen evidentes”.
Una estrategia de alto rendimiento es un “conjunto perfecto de lentes” para mirar, encontrar y resolver problemas. Proporciona el microscopio necesario para ver y analizar lo que no puede ser visto sin ella. Pero hay un “problema”: ¡se necesitan agallas! La estrategia en los negocios (como el ámbito político) necesita coraje, requiere tomar decisiones difíciles que afectan a la vida de muchas personas. Muy a menudo, por desgracia, la ausencia de esas decisiones afecta a la vida de muchas personas de una manera terrible. La estrategia exige mucho. Analizar, diseñar e implementar una estrategia es muy difícil… pero es la única manera de lograr el éxito duradero.
Hoy en día, por desgracia, es más “conveniente” ser “políticamente correcto” que tomar decisiones acertadas, es más conveniente jugar con los mitos, camuflar mentiras y mantener la apariencia incluso aunque no exista ninguna sustancia, aunque todo sea falso y banal. El pensamiento de Kennedy ayudaría, y mucho, a los líderes de hoy en día.
Enrique Cortés Alonso, Ph.D.
Top Management Strategic Advisor